Esta es una dedicatoria de la profesora Fabiola Jara de Llaury, profesora de la Escuela Primaria de Huangasparate (1962), cuyo título es:
MI ESCUELITA DE HUANGASPARATE
En el año 1962, cuando a mi tierra Huamachuco regresé
en mi linda escuelita de Huangasparate luego trabajo encontré,
lugar donde nunca conocí, y que tan bien me acostumbré,
fue en abril que llegué.
Y al encontrar que en la escuelita, Dios no existía
a construir la adornada gruta me apresuré.
Colocándola a nuestra virgencita, María de Fátima
donde todos los días con mis niños,
cantábamos las alabanzas a la madre de nuestro Señor.
Y en las noches, el Santo Rosario no dejaba de rezar.
Así terminó el mes.
El primero de mayo, a las autoridades y padres de familia reuní.
A quienes un terreno les pedí, para en él la santa casa de Dios construir.
Con tanta fe les hablé, que donado el sitio me fue. Allí la primera piedra coloqué.
El 30 de mayo, que la fiesta y día central de la Madre es.
Luego comencé a solicitar, todo lo que en el Templo tenía que colocar.
Empezando así con la imagen de la Santísima Virgen María de Fátima, que obsequiada por una devota fue. Un famoso carpintero el anda me dio, los lindos candelabros otro devoto donó.
Y en mis noches solitarias cantando y llorando, los adornos y flores con un gran amor los hacía.
Así fue que para el 30 de mayo, mi amplio y luido programa esvocé.
Comencé con la gran recepción, donde todos los alumnos y peregrinos hasta el Toro salimos a recibir a nuestra Madre, como Reyna y Señora. Y fue así que entre lágrimas y clamores, miraba lo que en mis noches de insomnio, había con tanto amor planificado.
Luego ya instalada en mi escuelita, comenzó el novenario, que fueron nueve días de misas cantadas. Al terminar llegamos al 12 de la Fiesta, día de concentración de todos los moradores y visitantes a disfrutar, las sonadas vísperas, los juegos artificiales jugueteaban alumbrando con sus luces de colores el pasaje triste y solitario, pero, que todos los años se repetiría.
Los alumnos del Colegio de Curgos especialmente invitados nos interpretaban sus mejores temas musicales con su linda banda de carrizos en la retreta, donde todos dábamos rienda suelta a nuestra alegría, los farolitos que portaban.
Los niños danzaban junto con las pallas al son de la flauta y el bombo (caja), y todo era una gran algarabía. Apreciábamos los vistosos y grandes globos que se perdían en el infinito azul del cielo, como llevar el mensaje de amor que le estábamos ofreciendo a nuestra preciosa Madre. También se hizo presente el coro de mi escuelita que yo los dirigía, con cánticos sacros y alabanzas.
Al siguiente día, fue el día central, comenzando con la Solemne Misa de comunión recibiendo mis buenos niños y yo el Sagrado Cuerpo de Cristo, como también los padres de familia y público en general. Se realizó también matrimonios masivos, allí mis esposo y yo cumplimos con el sacramento insituido por Dios.
Terminada la Misa y las ceremonias matrimoniales, la Santísima Virgen fue paseada por sus fieles en su importante procesión. Portando su bello estandarte las autoridades de Huamachuco que también llegaron con mucha devoción a participar de nuestra festividad. La Madrecita lucía bella y radiante como el sol derramando su mejores bendiciones. Sus peregrinos que a su paso la adoraban y le rendían pleitecía. Todo ya estaba realizado, quedando su fiesta ya organizada y mi linda Madrecita María de Fátima, ¡Patrona del pueblo de Huangasparate!.
Pero después de la fiesta, para mí quedó todo terminado, porque tuve que retornar a la ciudad de Trujillo, lugar donde radicaba. Con un profundo dolor y copiosas lágrimas dejé todo en manos de las autoridades y moradores. Pero, después de veintiun años, regresé a Huangasparate, a mi Madrecita bien cuidada y en su capilla la encontré y su fiesta igual que la primera vez.
Así termina esta historia que me tocó vivirla hace 37 años. Ahora a mi Madre la tengo en su gruta chiquita en mi humilde hogar, donde es Reyna y Señora de toda la familia y de todo el barrio donde yo vivo.
Solamente le ruego cuando yo muera, mi alma cubra con su manto sagrado y me lleve a la presencia de Jesús, su bendito fruto. Y mis culpas y pecados por ellos sean perdonados.
Su devota e hija, Fabiola Jara de Llaury
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